Y salió Maiden, el grito fue ensordecedor, aún lo tengo en mi oído, Maiden Maiden, ehhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Alucinante, primero intro de Churchill y su arenga a los soldados y pueblo inglés en la segunda guerra. Luego Aces High, una barbaridad de guitarras y baterías ultra sincronizadas y bestiales.
El asunto siguió con Wrantchild, el estallido era increíble. Ya con cámara en mano y la filmadora que mi pata ya rodaba-ni que se entere que la tenía en las bol....- fuimos perennizando la historia musical en Perú. Cantos, gritos, estribillos recitados y cantados al unísono por el repetable, algunos no tanto, pero apenas comenzaba la andanada de misiles musicales.
2 minutes to midnight, Children of the Damned, Phantom of the Opera, siguieron extaciando a las más de 36 mil almas que colmaron el Nacional. Tíos, jóvenes, hijos y padres, todos abrazándose y aullando al ritmo de las guitarras de la Doncella. Empezamos con la carga de autofotos, una ahí, una allá, filmar las graderías para registrar nuestra presencia y corroborrar que eramos parte del show.
Y llegó. La eponimia del rock, el tema que nunca falta en sus conciertos, el himno del metal: TROPPER. La tropa, la vanguardia, el ejército Maiden. La canción que es la canción del metal. Lo que se vivió en el momento que estalló el primer acorde no se puede contar, hay que vivirlo. Es indescriptible. Fue como si una bomba estallara en medio de todo, que nos hubieramos sacado el premio mayor y gritarlo desde el fondo para que todos escuchen. Nuestras almas no daban más, era simplemente extraordinario. Pogeo, pogeo y más pogeo, saltos sin parar, parecía que se caía el coloso. Pero sobrevivió.
Seis temas le siguieron al explosivo Tropper. Wasted Years, Rime of the Ancient Mariner, Power slave, Run To The Hills, Fear of the Dark y Hallowed Be Thy Name. Y EDDIE aparece. Otro momento que fulmina al cerebro más centrado y el espíritu más ecuánime. EDDIE encendió la pasión de los asistentes.
EDDIE ciborg, disparando rock, luces, agresión pero que la final se la corriooooooooooooooooooó, que tal pendenciero. Fue de película. Un tío se caía a mi lado lleno de alcohol. Otro intentaba salir del pogo sin éxito y le venían mil encima, pobre flaco, quedó hecho una torreja. Felizmente vivió, aunque debe estar buscando su billetera y parte de su pelo. AUCHHHHHHHHH.
Se acercaba el final. Sabíamos que no sería eterno, que sólo duraría cerca de dos horas. En realidad si tocara tres o cuatro horas no terminaría por satisfacer a todos, pues catorce discos no se pueden resumirse en tan poco tiempo.
Iron Maiden, Number of the Beast, The Evil That Men Do y Sanctuary cerraron la noche. Mis patas y yo vislumbrábamos en los rostros el sinsabor del final del concierto: "ta mareeeeeeee, tan poco", "mi plata caraj........", "vuelvan o los secuestramos", "Maiden si te vas me mato", "quiero a mi mamá". Todos gritaban para desquitar su furia y tristeza de ver que todo culminaba. A la salida un frugos, remate de polos importados, de gamarra, cerveza, un tío discapacitado que tocaba flauta con temas de Maiden. Alucinanteeeeeee (en el Perú lo que sobra es ingenio caracho).
Vimos otros patitas que no los manyamos en el concert pero que también disfrutaron desde afuera. Ya con la hora y tanta gente, a buscar combi, que estaban abusados con los pasajes, aprovechados de miércoles.
La promesa fue que volverían, Ojalá sea así. Allí estaremos nuevamente, gritando, pogeando saltando, paleteando, lo que sea mejor, pero allí. Esperemos que sea pronto,pues aún tengo la bronca de que ya terminó. Maiden por siempre.
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a escribir se ha dicho....
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