
“La situación de los palestinos es intolerable. Sufren las humillaciones diarias que acompañan a la ocupación. Nunca daremos la espalda a su derecho legítimo a vivir con dignidad y un estado propio”.
Así de enfáticas fueran las declaraciones del presidente norteamericano, Barack Obama, quien en su discurso dado en El Cairo, sin duda histórico, remarcó su compromiso con la creación de dos Estados como solución al conflicto palestino-israelí.
Si bien criticó fuertemente la crisis humanitaria que miles viven en la Franja de Gaza, manifestó que Estados Unidos no está en guerra contra el islam. “Nos encontramos en un momento de tensión entre Estados Unidos y los musulmanes de todo el mundo, tensión enraizada en las fuerzas históricas que van más allá de ningún debate político actual”, dijo en su discurso, que fue varias veces interrumpido por aplausos y ovaciones.
Utilizando extractos del “Sagrado Corán”, Obama alabó también los logros conseguidos hasta nuestros días por la civilización islámica, lo que confirma sus intenciones de revertir el rechazo a su país y acercarse al mundo árabe.
Este discurso, que no es sólo una apología a las buenas intenciones, por lo menos eso parece, sino que es el más frontal y preciso que un presidente norteamericano haya expuesto, es de gran relevancia por tres motivos. Primero, la condena de Obama por la masacre, implícita lógicamente, a la que es sometida a diario el pueblo palestino. Segundo, la creación de un Estado palestino autónomo que es un derecho legítimo e histórico. Y tercero, el acercamiento entre EEUU y el mundo musulmán, que ha sido por décadas el talón de Aquiles de las administraciones estadounidenses. Esperemos que este el punto de quiebre para pronto tener paz en Medio Oriente. Así sea.
Si bien criticó fuertemente la crisis humanitaria que miles viven en la Franja de Gaza, manifestó que Estados Unidos no está en guerra contra el islam. “Nos encontramos en un momento de tensión entre Estados Unidos y los musulmanes de todo el mundo, tensión enraizada en las fuerzas históricas que van más allá de ningún debate político actual”, dijo en su discurso, que fue varias veces interrumpido por aplausos y ovaciones.
Utilizando extractos del “Sagrado Corán”, Obama alabó también los logros conseguidos hasta nuestros días por la civilización islámica, lo que confirma sus intenciones de revertir el rechazo a su país y acercarse al mundo árabe.
Este discurso, que no es sólo una apología a las buenas intenciones, por lo menos eso parece, sino que es el más frontal y preciso que un presidente norteamericano haya expuesto, es de gran relevancia por tres motivos. Primero, la condena de Obama por la masacre, implícita lógicamente, a la que es sometida a diario el pueblo palestino. Segundo, la creación de un Estado palestino autónomo que es un derecho legítimo e histórico. Y tercero, el acercamiento entre EEUU y el mundo musulmán, que ha sido por décadas el talón de Aquiles de las administraciones estadounidenses. Esperemos que este el punto de quiebre para pronto tener paz en Medio Oriente. Así sea.
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